«Siempre he creído que es posible resistir la opresión y la violencia sin recurrir a opresión y violencia similares, como siempre he creído que la civilización humana es el fruto del esfuerzo de mujeres y hombres juntos, y cuando la mujer es tratada injustamente y se niega su derecho natural en este proceso. se descubren los puntos débiles de la sociedad y aparecen sus defectos culturales, y, finalmente, todo aquello que aflige a la sociedad en su conjunto, tanto a hombres como a mujeres. Por lo tanto, nuestra civilización se llama la civilización humana, y no es atributo de ningún hombre o una mujer.
Desde que se otorgó el primer Premio Nobel de la Paz en 1901, millones de personas han muerto en guerras que podrían haberse evitado con un poco de sabiduría y valentía. Y, sin embargo, los países árabes han experimentado estas guerras devastadoras, a pesar de que son la tierra de las profecías y las revelaciones divinas que llaman a la paz. De allí viene la Torá, que trae ese mensaje: «No matarás»; de allí viene el Evangelio, que anuncia: «bienaventurados los que hacen la paz»; y de allí viene el Corán, con su mensaje final: «Oh, creyentes, entrad en la paz del todo”. Y advierte que: “quien mata un alma es como si hubiera matado a toda la humanidad». Y, sin embargo, la historia de la humanidad, a pesar de sus grandes logros sigue siendo una historia manchada de sangre. Millones han caído víctimas durante el ascenso, y la caída, de los distintos reinos, ¡, ¡Así nos lo cuenta la historia antigua lo cuenta…y la historia moderna lo confirma! Las evidencias presentadas hoy muestran que la esencia de los mensajes que llaman a la paz ha sido pisoteada repetidamente, y que la conciencia humana ha sido a menudo ahogada por las voces de los bombarderos, las balas, los lanzadores y todos los instrumentos y medios para matar.
El sentido de responsabilidad humana para crear una vida digna y merecedora de ser vivida siempre ha sido más fuerte que cualquier deseo de matar /aniquilar la vida. Y la supervivencia de la humanidad, a pesar de las grandes batallas, es la expresión más completa de la esperanza de toda la humanidad en la reconstrucción, no en la destrucción, en el progreso, no en el retroceso y la aniquilación.
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La paz no significa solo el cese de la guerra, sino también el cese de la opresión y la injusticia. En nuestra región árabe, hay guerras devastadoras entre los gobiernos y sus propios pueblos, y no es posible que la conciencia humana viva tranquila/esté en paz mientras mira a esta juventud árabe en la edad de las flores siendo segada por la máquina de la muerte, la cual ha sido desencadenada por de los déspotas.
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Que todas las ideas, creencias, principios, leyes y pactos que la marcha de la humanidad ha producido durante sus etapas de desarrollo y crecimiento, así como todas las revelaciones (divinas) y las religiones sin excepción, exigen el triunfo de los oprimidos, sean pueblos o comunidades o individuos. L a defensa del oprimido es un deber no solo por su necesidad de ser defendido, sino porque la injusticia contra uno es la injusticia contra toda la humanidad.»
Traducción de Nadia Mezgueldi